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ISSNe - 2594-2034


Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline
EDITADA POR LA Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia, y Ginecología A.C.
FUNDADA POR LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA EN 1945

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Endometriosis

Periodicidad: mensual
Editor: José Niz Ramos
Coeditor: Juan Carlos Barros Delgadillo
Abreviatura: Ginecol Obstet Mex
ISSN: 0300-9041
ISSNe: 2594-2034
Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline.

Endometriosis

Endometriosis.

Ginecol Obstet Mex | 1 de Diciembre de 2012

Ginecol Obstet Mex 2012;80(12):795-802


Jesús Contreras,* Tomás Velázquez**

Reproducido de: Contreras J, Velázquez T. Endometriosis. Ginecol Obstet Mex 1957;12(2):139-155.
* Jefe de Consulta Externa de Maternidad del Hospital Central.
** Jefe del Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Central.

Ponencia presentada por la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de San Luis Potosí, ante la VI Reunión Nacional de Ginecología y Obstetricia.

La Sociedad Potosina de Ginecología y Obstetricia ha comisionado al Dr. Velázquez, anatomopatólogo de nuestro hospital y a mí, para presentar ante esta reunión el presente tema.

Creemos pertinente aclarar que en nuestro medio contamos con un número reducido de casos, lo cual nos hace pensar, por una parte, que constituye una entidad poco frecuente, o como veremos más adelante, que es difícil su diagnóstico; por lo cual mucho de lo que vamos a exponer aquí no constituye sino una recopilación de autores reconocidos en la materia.

 

Introducción

Definición: existen muchas definiciones para la endometriosis, una de las que nos han parecido más completas es la de Novak, quien la define, como “circunstancia en que el tejido semejante al endometrio, más o menos exactamente, se encuentra aberrante en varias localizaciones”.

Algunos autores, entre ellos Meyer, exigían algunas particularidades que no siempre se encuentran, como las glándulas endometriales rodeadas de estroma típico, pues en algunas formas antiguas se aprecia la escasez o falta de estroma, como en algunas formas ováricas. Y, en cambio, Goodall ha hecho notar en otros casos que llama endometriosis de estroma a la falta de glándulas.

Es una afección casi exclusiva del género humano, ya que sólo en algunas monas se ha logrado provocar. La mayoría de los autores está de acuerdo en que se trata de una neoformación histológicamente benigna, con todo y que su estroma posee capacidad histolítica y que se encuentre en el interior de vasos sanguíneos y linfáticos, provocando injertos en el peritoneo, etc.

 

Historia

 

Uno de los primeros casos fue publicado por Rokitansky, quien lo definió como una endometriosis uterina. En 1888 Russell insistió en las formas de localización en el ovario. Meyer, en 1908, citó su localización en la pared intestinal.

Sin embargo, no fue si no hasta los años de 1921 y 1922, en los que Sampson despertó el interés del mundo por las formas peritoneales.

Finalmente, otros autores han insistido en otras localizaciones, como Gooddard en la localización en la cicatriz umbilical y Meyer en cicatrices de laparotomías y no fue sino cuando Kramer, en 1936, publicó un caso de endometriosis localizada en el antebrazo, cuando se planteó el problema de la patogenia en forma más amplia.

 

Anatomía patológica

Los sitios en que puede aparecer la endometriosis son: el útero, donde recibe el nombre de endometriosis interna o adenomiosis: los ovarios, los ligamentos uterosacros, ligamentos redondos, tabique rectovaginal, peritoneo pélvico que recubre el útero, las trompas de Falopio, el recto y colon sigmoides y la vejiga; el peritoneo que recubre el intestino delgado y el mesenterio; la región umbilical, cicatrices de laparatomías, en el interior de sacos herniarios, en el apéndice, la vagina, vulva, cuello uterino, muñones tubáricos y conducto inguinal. Los sitios raros donde se ha descrito son en la cara interna de los muslos y la región del codo, antebrazo, pulmón, pleura y ganglios linfático-intrapélvicos.

En el útero, macroscópicamente, la endometriosis causa aumento de volumen del órgano, que puede ser ligero o acentuado, llegando a alcanzar, en ocasiones, hasta el tamaño de una cabeza de feto: habitualmente su consistencia es dura y en el espesor de la pared hay zonas de color rojo grisáceo con pequeños quistes hemáticos que le imparten consistencia blanda y aspecto esponjoso. Histológicamente la arquitectura es semejante para todas las localizaciones del proceso. Casi siempre se encuentran glándulas bien definidas, de tamaño desigual, con epitelio de tipo proliferativo y una buena reacción hiperplásica muscular en torno a ellas. No es necesario encontrar estroma endometrial para asentar el diagnóstico microscópico de endometriosis. En el interior de las glándulas puede hallarse descamación epitelial, detritus celulares, hematíes y macrófagos con pigmento. Los cambios en el endometrio restante corresponden, generalmente, a hiperplasia. Se admite que puede haber malignización a partir de las glándulas, pero los casos de tumor maligno derivado de estroma no se aceptan como de origen endometriósico.

En el ovario, durante la etapa inicial, los islotes de endometriosis aparecen como pequeñas manchas ex crecentes superficiales cuyo tamaño varía entre 1 y 5 mm; se asientan en el borde convexo o en la cara lateral, pero con tendencia a confluir penetran el estroma ovárico y se inicia la formación del clásico quiste de chocolate. Éste, puede adquirir hasta el tamaño de una naranja grande, en la mitad de los casos es bilateral, el contenido es espeso, café oscuro o café rojizo y su pared muestra una superficie interna rugosa, blanquecina o amarillenta; por su tendencia a perforar la cápsula desarrolla adherencias vecinas que dificultan, ocasionalmente, su extirpación quirúrgica. La denominación de quiste achocolatado no implica su carácter endometrial, ya que algunos hematomas foliculares o cistadenomas serosos con pedículo torcido pueden adquirir ese aspecto macroscópico. Desde el punto de vista microscópico, el diagnóstico es fácil cuando se reconoce su endometrio típico y sólo es de presunción cuando hay ausencia total de glándulas. De cualquier modo, éstas son a menudo escasas y poco desarrolladas, con el estroma poco marcado o ausente. En ocasiones se ve debajo de la superficie interna de la pared una capa de macrófagos cuyo citoplasma contiene pigmento hemático y, por su aspecto vacuolado, se llaman células pseudoxantomatosas. Finalmente, la porción más externa de la pared la forman las bandas colágenas hialinas y fibras musculares lisas. Los cambios cíclicos del endometrio ectópico ovárico se demuestran rara vez por el hallazgo de imagen premenstrual y descamación hemorrágica, pero lo común es hallar endometrio de tipo proliferativo. Raras veces se ha observado reacción desidual durante el embarazo.

En los ligamentos anchos, la endometriosis es frecuente y su distribución, en las porciones declives y cercanas a las fimbrias de la trompa, es uno de los argumentos que invoca Sampson para afirmar su teoría de la implantación. Aparece en forma de nódulos de diferentes tamaños, únicos o múltiples, uni o bilaterales. El aumento de volumen que sufren con la menstruación y el adolorimiento hacen que esta forma sea relativamente fácil de diagnosticar en la clínica.

En el tabique rectovaginal muestran disposición difusa y en las piezas de autopsia el recto está adherido a la superficie posterior del cuello; lo anterior explica su confusión clínica con el cáncer cervicouterino y los síntomas de obstrucción intestinal que a veces ocasiona. En los ligamentos redondos la endometriosis puede estar situada en la porción intra o extraperitoneal.

La endometriosis de la trompa uterina parece ser una propagación del proceso uterino y puede estar situada en la porción intersticial o en la libre; su tamaño va de 4 mm a 2 o 3 cm, frecuentemente es bilateral y siempre se acompaña de hiperplasia muscular de la pared.

La endometriosis umbilical, de la cual se han reportado cerca de 50 casos, se manifiesta como nódulos de tono azuloso, que dan sangrado al exterior y se acompañan de dolor durante la menstruación.

Cuando la lesión aparece sobre las cicatrices de laparotomías puede adquirir carácter nodular o infiltrante, que se palpa profundamente y no sólo aparece después de cesáreas sino consecutivas a apendicetomías. Cuando la endometriosis se asienta en la pared intestinal o en el mesenterio, también muestra aspecto nodular y hemorrágico y se han reportado casos de oclusión por esta localización.

Histogénesis

La adenomiosis o endometriosis interna se ha explicado por el desarrollo, durante la edad adulta, de inclusiones mesonefróticas del conducto de Müller que quedaron incluidas en el útero durante el desarrollo embrionario. Otros piensan que, simplemente, es un crecimiento exagerado en profundidad del endometrio normal. También se cree que puede tener un origen in situ a partir de restos celulares embrionarios, situados generalmente cerca de los vasos. Finalmente, algunos opinan que pueden explicarse por metástasis linfáticas desde el endometrio hasta el músculo uterino.

Las endometriosis intraperitoneales, entre las que están incluidas las ováricas, pueden tener un origen in situ a partir del celoma adulto, de células embrionarias indiferenciadas situadas inmediatamente por debajo de la superficie peritoneal y, en el ovario, a partir de quistes foliculares y luteínicos por irritación local del estroma. Quienes piensan que la   endometriosis intraperitoneal se debe a implantación explican que las pequeñas partículas de endometrio desprendidas durante la menstruación pueden desplazarse hasta el ovario o la  superficie  peritoneal invocando que, experimentalmente, en monas se ha logrado injertar el  endometrio sobre  el peritoneo; las trompas son habitualmente permeables en los casos de endometriosis, la distribución permite suponer  que la fuente de fragmentos es el orificio distal de la trompa, que en muchas enfermas existen leiomiomas uterinos o retroflexión que  provocan la menstruación retrógrada y, finalmente, que el endometrio es viable en los cultivos. Las objeciones a la teoría anterior son las siguientes: la menstruación retrógrada es muy rara, hay dificultad física para el paso de los fragmentos endometriales por la trompa, el endometrio que se desprende durante la menstruación está degenerado o muerto y los experimentos en monas se han practicado con endometrios sanos. Sin embargo, debemos recordar los experimentos de Heim, Scott y Te Linde que, por medio de interesantes operaciones, provocaron la regurgitación de sangre en la cavidad pélvica y obtuvieron, en un porcentaje importante, endometriosis peritoneales y ováricas. Como dato aislado, algunos investigadores han reportado partículas endometriales en los ganglios linfáticos pélvicos.

La endometriosis en las cicatrices por laparotomía se explica por extensión directa de otras lesiones a partir del peritoneo o útero pero, como no siempre se puede demostrar la continuidad entre ellas, otros opinan que debe ser por metaplasia in situ. Las endometriosis que aparecen en la vulva y el periné también se quieren explicar por implantación postoperatoria o metaplasia in situ. La localización umbilical se cree originada por extensión de otros focos situados en el peritoneo o por vía linfática desde otras localizaciones.

Las endometriosis localizadas en el muslo y cerca de la región inguinal, quizá llegan a través del ligamento redondo o desde sacos hernianos.

Finalmente, las localizaciones alejadas del abdomen, como las de miembros superiores y pulmones, pueden provenir del mesénquima indiferenciado presente en todo el cuerpo o como émbolos llegados por vía venosa.

 

Factores que favorecen la aparición de la endometriosis

La frecuencia de lesiones endometriósicas observadas durante laparotomías va desde el 7.2% hasta el 22%, según diferentes autores. La edad en que aparece la lesión es entre los 30 y los 50 años y tiene su mayor incidencia a los 40 años; esto significa que los factores endocrinos intervienen de manera importante y para algunos autores el hiperestrinismo es indispensable para la producción de la endometriosis en cualquier localización, ya que frecuentemente se acompaña de hiperplasia endometrial. 

Por otra parte, generalmente se acepta que la menarquia se retrasa en grados variables cuando la endometriosis existe antes de la pubertad. 

El problema de la endometriosis en relación con la esterilidad no está definitivamente aclarado. Los procesos inflamatorios se descartan como favorecedores de la endometriosis. A los legrados uterinos se les concede importancia etiológica ya que después de ellos, durante laparotomías, se han reconocido fragmentos endometriales y sangre en la cavidad peritoneal; importancia semejante tendría la insuflación tubárica después de los legrados endometriales. También deben tomarse en cuenta los pesarios oclusivos colocados en el cuello uterino, el aborto provocado y los leiomiomas intracavitarios, que al igual que las retroversiones uterinas permiten la regurgitación de sangre menstrual a la cavidad peritoneal. De manera semejante obrarían las amputaciones de cuello, las cauterizaciones y la ginatresia, todas ellas impidiendo el paso libre del flujo menstrual hacia el exterior.

La transformación maligna de la endometriosis ovárica se ha reportado en repetidas ocasiones, pero debe llenar el siguiente requisito: el tejido maligno debe estar rodeado totalmente por tejido endometrial. En caso de malignización el tipo histológico frecuentemente corresponde  al  adenoacantoma.

 

Clínica y síntomas de la endometriosis

Creemos que la endometriosis es más frecuente de lo que relatan los diferentes autores, debido a que no se piensa frecuentemente en ella, o a que también con cierta frecuencia se confunde con fibroma, anexitis crónicas, quistes del ovario, etc. Pensamos que el día que se haga correcta valoración de los datos obtenidos por anamnesis y la exploración, nos vamos a encontrar que su presencia no es tan rara como se ha creído,

 

Manifestaciones clínicas

Hay autores que dividen este capítulo en dos, y así se refieren a endometriosis cuando se trata de hallazgos histológicos, sin síntomas ni evolución, y a endometriomas, a los focos que producen manifestaciones clínicas con carácter evolutivo, y que sufren agudizaciones de manera periódica, coincidiendo con el ciclo menstrual. Este carácter cíclico debe hacernos pensar en endometriosis y revisar las manifestaciones clínicas no genitales, que sufren agudización sincrónica en el ciclo menstrual, por la posibilidad de tratarse de focos de endometriosis lejana. Se sabe, además, que muchas de éstas presentan excreción de un líquido hemático, oscuro, espeso, que recuerda por su aspecto a la brea.

En la endometriosis uterina, frecuentemente se encuentran menometrorragias, que frecuentemente afectan la forma difusa, encontrándose el útero aumentado de volumen y de color pálido.

Otras veces se encuentran formas pelvianas, infiltrativas, difusas, que engloban materialmente los órganos pélvicos.

Todas estas localizaciones traen consigo dismenorrea, que se caracteriza por ser tardía y progresiva.

En la localización ovárica, frecuentemente se interviene con diagnóstico de quiste del ovario y es el anatomopatólogo el que reporta el hallazgo de la endometriosis.

Entre los antecedentes encontramos datos de dismenorreas, menorragias, etc., o intervenciones parciales en el ovario, etc.

Entre las manifestaciones actuales encontramos dismenorrea, que frecuentemente es secundaria y en su aparición es tardía, en relación con el ciclo menstrual, y además frecuentemente se asocia con un síndrome hormonal de hiperestrinismo.

Las manifestaciones anatómicas se encuentran en pleno periodo sexual de la mujer y tenemos como más frecuentes, las localizaciones en el útero, que casi siempre se localizan en los bordes del mismo dándole consistencia blanda, como el órgano con cierta frecuencia se encuentra aumentado de tamaño se confunde con un fibroma. Quizá la forma más frecuente es la localización ovárica.

 

Clínica de la endometriosis

Algias. Se localizan en las fosas iliacas, irradiando a regiones sacrolumbares, sufren exacerbaciones periódicas, confundiéndose con la dismenorrea.

Trastornos menstruales. Hay tendencia a las menorragias, llegando en ocasiones a las menometrorragias. En general se puede decir que se trata de un síndrome hipermenorreico debido a un hiperestrinismo acentuado y crónico.

Dismenorrea. Es la manifestación más importante, frecuentemente es secundaria y progresivamente más tardía e intensa. Así, vemos que en un principio era premenstrual, luego pasa a ser durante los primeros días de la menstruación y posteriormente será en los últimos días de ésta.

Se han dado varias explicaciones para este síndrome doloroso.

El Dr. Zenteno ha insistido en que frecuentemente se presenta coincidiendo con un síndrome de hiperestrinismo, otros autores creen que los cólicos serían provocados por contracciones uterinas debidas al hiperestrinismo.

Otros atribuyen las molestias pre y menstruales a la distensión que sufren los sacos endometriósicos por congestión en su interior la cual provocaría una distensión.

En fin, otros creen que se trata de rotura de los focos endometriósicos. El Dr. Garriga Roca y colaboradores suponen que influyen de manera importante en este síndrome las lesiones anexiales.

Esterilidad. La mayoría de los autores coincide en hacer notar que en los cuadros clínicos de endometriomas se encuentra esterilidad con una gran frecuencia, sobre todo en las localizaciones uterina, tubárica y ovárica, y citan cifras que van de 30 a 84%.

Por los síntomas expuestos nos damos cuenta que es casi imposible hacer el diagnóstico de endometriosis, ya que por ejemplo la dismenorrea, sabemos que es causada por multitud de padecimientos ginecológicos. Lo mismo podemos decir de la hipermenorrea, la cual puede ser causada por otros trastornos hormonales o ginecológicos.

En la esterilidad debemos de hacer un diagnóstico diferencial con multitud de padecimientos hormonales, inflamatorios, tumorales, etc.

El Dr. Zenteno hace notar la sensación cíclica de distensión del vientre, que se presenta en estas enfermas y que cree se debe a la acumulación sanguínea que en forma rítmica actúa sobre las lesiones, igual que lo hace sobre el endometrio, también insiste que en estas enfermas existe un síndrome intermenstrual que quizá corresponde al hiperestrinismo.

En las localizaciones bajas se encuentra dolor hacia el recto y dispareunia, con la característica de ser manifestación cíclica.

Entre los datos que pueden obtenerse por la exploración clínica u operatoria de la enferma Garriga Roca cita los siguientes:

Adherencias perianexiales. Son fibrosis fuertes, se establecen entre el útero, anexos, vejiga, intestinos, englobándolos muchas veces en una tumoración y siendo difícil su liberación.

Se ha explicado su formación debido a reacciones de pelviperitonitis irritativas.

 

Alteraciones hormonales

Las más frecuentes que coexisten con la endometriosis, sobre todo en la forma ovárica, son el hiperestrinismo, con sus manifestaciones clínicas de tensión premenstrual y cambios endometriales de proliferación. Algunos autores afirman que el endometrioma y el fibroma son tumores estrechamente relacionados con la función ovárica perturbada.

Afecciones ginecológicas concomitantes. Un gran número de autores, entre ellos Cullen, ha llamado la atención acerca de la coexistencia del endometrioma ovárico, con el mioma en retroflexión uterina, los quistes ováricos, anexitis y la hiperplasia endometrial.

 

Fragilidad ovárica

Los autores han hecho notar acerca del aspecto y la fragilidad en estos casos del ovario, sobre todo en su cubierta externa, la cual se rompe con mucha facilidad durante las intervenciones dando salida a un líquido de aspecto de brea, y la parte restante con consistencia lardácea que hace difícil su sutura debido a dicha fragilidad. 

Ooforitis crónica: ésta nos explicaría la esterilidad, por destrucción parcial del tejido ovárico y las adherencias, ahogarían el ovario provocando en ocasiones hipoplasia genital.

Ya hemos insistido en la dificultad del diagnóstico de endometriosis, es por esto que antes de iniciar cualquier tratamiento, los autores americanos insisten en sistematizar en estos casos la peritoneoscopia y la culdoscopia.

 

Evolución

Hemos visto que la endometriosis es una enfermedad, sobre todo de la época de la vida sexual de la mujer, se cree que es más frecuente entre los 30 a los 45 años. Se ha visto que sufre una regresión durante la menopausia, fenómeno que también se observa en casos de fibroma uterino, por lo que se ha llegado a considerar que estas dos enfermedades dependen directamente de la función ovárica. También se ha observado regresión de las lesiones durante el embarazo y la lactancia.

 

Complicaciones

Se citan entre las complicaciones, la infección, la tuberculización y la cancerificación. En cuanto a esta última existen en la literatura citas de cánceres ováricos que comenzaron con la endometriosis.

Scott habla de tres casos de endometriosis, en los cuales se presentaron cambios de malignidad. Hunter y Clin reportan otros dos casos de cánceres ováricos, posteriores a quistes endometriales. Duson y Zelenik en 1954 reportaron un caso de endometriosis vulvar, el cual creen que fue producido por la sangre menstrual.

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