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ISNN - 0300-9041
ISSNe - 2594-2034


Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline
EDITADA POR LA Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia, y Ginecología A.C.
FUNDADA POR LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA EN 1945

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Actualización del tratamiento quirúrgico del cáncer cérvico uterino

Periodicidad: mensual
Editor: José Niz Ramos
Coeditor: Juan Carlos Barros Delgadillo
Abreviatura: Ginecol Obstet Mex
ISSN: 0300-9041
ISSNe: 2594-2034
Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline.

Actualización del tratamiento quirúrgico del cáncer cérvico uterino1

Updating the surgical treatment of cervical cancer.

Ginecol Obstet Mex | 1 de Agosto de 2014

Ginecol Obstet Mex 2014;82:570-583.


Conrado Zuckermann,* Manuel Urrutia,** Julio César Graham**

* Cirujano-Director del instituto Nacional de Cancerología y de la Clínica Mexicana de Cirugía y Radioterapia. Profesor de Ginecología de la Facultad Nacional de Medicina.
**  Ginecólogo del Instituto Nacional de Cancerología y del Hospital General. Profesor de Ginecología de la Facultad Nacional de Medicina.

1Ponencia presentada en la Sección de Ginecología y Obstetricia de la XII Asamblea Nacional de Cirujanos, noviembre de 1958. Reproducido de Ginecol Obstet Mex 1959;14:317-338.

IMPORTANCIA

La frecuencia del cáncer del cuello uterino en los países del mundo es diferente; en algunos ocupa el primer lugar y en otros el segundo o tercero, raramente el cuarto. En nuestro país y en otros de América  Hispánica ocupa el primer lugar, siguiéndole el cáncer mamario y cutáneo.

Puede afirmarse que de cada tres personas del sexo femenino que consultan por cáncer, una tiene cáncer del cuello uterino en nuestro medio; se aprecia que en México existen alrededor de 120,000 cancerosos, se puede afirmar que como mínimo hay en México 20,000 mujeres con dicho blastoma.

De acuerdo con los datos obtenidos en los diversos informes de los servicios anticancerosos del país, como promedio cerca de 50% de estas enfermas acude cuando todavía es posible intentar la terapéutica de finalidad curativa, sea ésta quirúrgica o radioterápica; en cambio, algo más del 50% llega cuando toda terapéutica de la mencionada finalidad curativa ha terminado. Estas cifras actuales son ya relativamente bonancibles si se calcula que hace veinticinco años el promedio de enfermas que acudían con alguna posibilidad de curación no era mayor del 25%.

Como promedio puede señalarse que las enfermas que buscan todavía en momento tardío la acción médica, en 25% de ellas es factible realizar algún tipo de cirugía extirpadora y, todavía más, debemos señalar que dado que esta cirugía es trabajo de selección, sólo la mitad de ellas llega a la mesa de operaciones,  por lo cual  puede decirse que actualmente se realizan cerca de 1,250 operaciones cada año para tratar el cáncer de cuello uterino en México, lo que da un promedio diario de cuatro intervenciones quirúrgicas de cáncer del cuello uterino.

Antes de referirnos a cada uno de los problemas que se presentan en la cirugía de este cáncer, debemos señalar que toda enferma en quien se plantea la necesidad de realizar cirugía debe ser motivo de muy detallado examen y de la más cuidadosa apreciación de las condiciones propias a su caso clínico y que la debida aplicación de los conocimientos actuales es absolutamente indispensable.

A propósito de ello, y en primerísimo lugar, debe marcarse el peligro de las terapéuticas quirúrgicas de indicación no probada y lo nocivo —lo muy dañoso— de las cirugías incompletas y defectuosas.

En este cáncer, como en muchos otros, de la primera terapéutica que se realice depende en altísimo grado el porvenir de la enferma.

 

Evolución de la cirugía del cáncer del cuello uterino

Cuatro épocas pueden señalarse en la historia de la cirugía del cáncer del cuello uterino: antes de Wertheim, la referente a la histerectomía ampliada, la que corresponde a las linfadenohisterectomías y la que concierne a las exenteraciones pélvicas.

Aunque no exista clara diferenciación en estas épocas, sobre todo en las dos últimas, pensamos que es apropiado sintetizar la historia de esta cirugía siguiendo dicho orden.

La extirpación del útero por cáncer fue realizada, probablemente por primera vez, en 1825 por Conrado I. Angenbeck, pero hasta el último tercio del siglo XIX fue cuando en manos de Freund, Czerny, Mackenrodt, Rumpf, Ríes, Clark, Schink, Schroeder, Werder, Mickulicz, Olshausen y varios otros se efectuó tanto por la vía abdominal como por la vaginal. Su mortalidad era, sin embargo, muy alta, calculándose que de cada tres enfermas dos fallecían en el postoperatorio inmediato. El progreso, no obstante, existía si se piensa que anteriormente a ello lo único que se realizaba era la cauterización al rojo vivo del fungus canceroso cervical o amputar el cérvix vaginalmente.

A fines del siglo pasado y principios del presente, dos tendencias que marcan gran progreso son dadas a conocer: nos referimos a la histerectomía ampliada reglamentada por Ernesto Wertheim y otros cirujanos y a la extirpación de los ganglios linfáticos tributarios del útero preconizada por Tomás Jonnesco, el mismo Wertheim y otros. Además, Carlos Gustavo Lennander recomendaba en los procesos cancerosos y otros realizar la extirpación ganglionar linfática iliaco-obturatriz por vía inguino-abdodminal. 

La linfadenectomía y la histerectomía ampliada de Wertheim no llegaron, en realidad, a ponerse de acuerdo, y fue mucho más conocida y preconizada la operación de Wertheim que la extirpación ganglionar sistematizada: muchas fueron las modificaciones que se hicieron a la histerectomía ampliada, entre ellas debe señalarse la que se realizó y aun se realiza por algunos por vía vaginal y que lleva el nombre de Schauta, como reconocimiento a los trabajos de este ginecólogo.

Durante veinte años, la histerectomía ampliada parece dominar en el panorama de la terapéutica de este cáncer, pero enseguida surge el tratamiento radioterápico, y aunque en muchos medios, como el nuestro, persiste y progresa la cirugía, la radioterapia toma lugar primordial y es de señalarse que cuando Wertheim muere, lo hace lamentándose de la disminución en la práctica de la intervención por la que tanto luchará en congresos y en quirófanos.

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