Como parte de los rubros que evalúan el respeto a los Derechos Humanos, y en particular los reproductivos de la mujer, se ha mencionado, insistentemente, la implicación que en la violencia obstétrica pudiera tener el desgaste físico y anímico de los médicos en la calidad de sus servicios. El síndrome de desgaste profesional de los médicos, conocido también como síndrome de Burnout, conlleva una serie de connotaciones conductuales que repercuten en la atención adecuada a los pacientes. En el artículo al respecto que se publica en este número de ginecología y obstetricia de méxico se aprecia que la percepción de violencia obstétrica se ve incrementada en los rubros de negligencia y discriminación, sin pasar por alto las transgresiones físicas y verbales cuando coexiste el síndrome de desgaste profesional.
Muchas de las alteraciones conductuales del médico que se reflejan en el trato a los pacientes emanan, sin duda, del desgaste físico por acumulación de horas de trabajo-enseñanza y de condiciones laborales muchas veces lejanas de lo óptimo que transgreden los derechos del paciente y, en este caso, la percepción de incremento de las conductas que se traducen en violencia obstétrica, que se percibe en actitudes que se interpretan como: negligencia, actos de discriminación, reales o perceptivos, lesiones físicas y, sobre todo, verbales al paciente. Es interesante, sobre todo para quienes se dedican a la enseñanza, evaluar este tipo de artículos para incluir en sus programas pláticas o cátedras dedicadas al conocimiento de este problema y evaluar las condiciones ambientales generales del otorgamiento de la enseñanza con base en la represión a subalternos (el ejemplo más común es el de un residente de jerarquía superior a otro de inferior) y horas de trabajo-descanso que puedan repercutir en el ánimo de los educandos. Lo anterior ya se desarrolla y ha sido establecido en algunos programas de residencias médicas del país y del extranjero.
En los momentos actuales en donde la exigencia de atención por parte del paciente se ha visto incrementada, justificadamente o no, por entre otras cosas, el dominio masivo de las redes sociales y el conocimiento no siempre real y acreditado de la patología, es particularmente importante tener presente que el trato al paciente debe de ser extremadamente cuidadoso. Desde luego que la consideración anterior no evoca al incuestionable respeto prístino al paciente y al mantenimiento de la relación medico-paciente; pero sí a la que pudiera verse deteriorada por la interpretación real o aparente de la conducta del profesional y que el paciente puede traducir como actos de negligencia, impericia o represiones verbales y físicas.
