La reciente incorporación de la revista GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA DE MÉXICO a la internet, a través de diversos sitios, poco a poco comienza a dar sus primeros frutos: la edición del mes de enero tuvo 2,600 visitantes, la de febrero, 3,100, la de marzo, 3,500 y la de abril 3,980. Si a las cifras anteriores se suman los 4,500 ejemplares impresos que en la actualidad se distribuyen, el impacto es aún mayor. Para los editores, esta noticia es motivo de satisfacción y beneplácito. Esperamos que mayor sea para todos los autores y coautores, pues de ellos son las experiencias y los resultados de las investigaciones que han sido motivo de consulta.

Ante esta perspectiva, queda de manifiesto que la revista GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA DE MÉXICO, no por azar, sino luego de 60 años de aparición ininterrumpida, está ante la posibilidad de aumentar su factor de impacto y, con ello, ubicarse como una o la mejor publicación de su especialidad escrita en castellano.

Nada puede estimular más el ánimo de autores, coautores y editores que la satisfacción de saberse leídos, estudiados, comentados, criticados y citados por sus pares nacionales e internacionales. Si a lo anterior se agrega el saber que lo que en la revista se escribe resulta útil para la actualización de los conocimientos de otros médicos, la satisfacción vendrá por partida doble.

Los ginecólogos y obstetras mexicanos tenemos ante nosotros el reto de aprovechar y saber cumplir la oportunidad que hoy en día nos ofrece la modernidad de las comunicaciones, privilegio del que no gozaron muchos de nuestros maestros o los grandes protagonistas de nuestra especialidad. Para ellos sólo estuvo la posibilidad de escribir en revistas donde era más difícil que ahora la aceptación de sus artículos y cuya distribución más allá de nuestras fronteras era un proceso limitado, difícil y tardado. O, también, plasmar sus conocimientos en libros cuya producción era aún más lenta y su distribución igualmente limitada.