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ISNN - 0300-9041
ISSNe - 2594-2034


Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline
EDITADA POR LA Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia, y Ginecología A.C.
FUNDADA POR LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA EN 1945

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El dolor pélvico durante el embarazo

Periodicidad: mensual
Editor: José Niz Ramos
Coeditor: Juan Carlos Barros Delgadillo
Abreviatura: Ginecol Obstet Mex
ISSN: 0300-9041
ISSNe: 2594-2034
Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline.

El dolor pélvico durante el embarazo

The Pelvic Pain During Pregnancy.

Ginecol Obstet Mex | 1 de Septiembre de 2013

Ginecol Obstet Mex 2013;81:558-572


Manuel Mateos Fournier1

1 Profesor de Clínica de Obstetricia en la Facultad Nacional de Medicina. Trabajo leído en la Asociación Mexicana de Ginecología y Obstetricia el 22 de agosto de 1957. Reproducido de: Mateos-Fournier M. El dolor pélvico durante el embarazo. Ginecol Obstet Mex 1958;13:50-74.

Primera parte

PREÁMBULO

 

Al haber sido invitado para participar en el desarrollo del Symposium sobre algunos aspectos del dolor en gineco-tocología, sentí una inquietud especial por cuanto significan esas dos grandes partes que llenan el tema y que son la máxima preocupación de nuestra vida: el dolor y la mujer.

El dolor que tortura y hace sufrir al ser viviente y que marca la parte humillante de nuestra ciencia, cuando nos derrota y no podemos suprimirlo. Y la mujer que es el ser a quien está encomendada la perpetuación de la especie; principio y fin de la vida y quien no debería sufrir dolores, menos aún, en las excelsas funciones de la reproducción.

El dolor es el fin de todos los esfuerzos del hombre que ha luchado durante siglos para mitigarlo o para abolirlo y, en último término, para divorciarlo de la muerte, para que ésta no sea necesariamente dolorosa, como casi siempre lo es.

En la historia de cada ser está un pasado doloroso, cualquiera que sea su condición de hombre o mujer, grande, notable o vulgar; y así vemos aún en la expresión popular de una canción nuestra, que habla de una realidad, de que se nace en el dolor y se muere sufriendo. En efecto, no podemos apartarnos del dolor en toda nuestra vida. Somos esclavos del dolor.

En los remotos tiempos de la historia, el dolor se consideró como obra del demonio que trataba de destruir torturando y entonces surgieron las magias y los hechizos para desterrarlo. El desconocimiento de sus causas, su forma variada, intempestiva y cruel, fue y ha sido tomado como castigo de Dios por los pecados cometidos, a pesar de que lo sufren muchas veces intensamente quienes no los han cometido en una vida ejemplar de santidad.

Por muchos años y en medios de incultura y fanatismo que prevalecen aún en la actualidad, aquí y en muchas partes del mundo, se considera una manifestación de la voluntad divina, contra la cual no se debe osar poner remedio. Esa demencia muchas veces colectiva que lleva en ciertos medios a soportar los sufrimientos con estoicismo extraordinario, ha llegado a ser considerada como un medio de purificación del espíritu en varias religiones, dentro de las que están las orientales, que consideran al dolor un requisito necesario para reencarnar y gozar de una siguiente vida feliz con los antepasados.

Desde otro punto de vista, el dolor ha sido considerado necesario para la conservación de la especie. Es el aviso o señal del daño contra el cual hay que defenderse, por lo que llega a ser una necesidad biológica. 

Únicamente que esto es sólo una verdad parcial, pues hay muchos dolores inútiles, como los del moribundo; inútiles e injustos como los de la mujer al dar a luz, como premio a esa fuerza misteriosa y creadora, inconmensurable y divina que engendra la vida. Mentira es la finalidad biológica de estos dolores que sufre la mujer, como mentira es que sea necesario el dolor para que la mujer ame verdaderamente a sus hijos. En busca de esta relación he practicado largas encuestas con mis enfermas, comprobando su falsedad.

El dolor es para nosotros una de tantas manifestaciones de los padecimientos y, por consecuencia, en todas partes donde se encuentre, allí está la enfermedad. Si el embarazo es doloroso, también es una enfermedad, y a pesar de que los seres tengan que reproducirse con dolor no por eso debemos considerar que es un estado normal. Nacimos de la enfermedad de nuestra progenitura y nuestros hijos nacieron de la enfermedad que originó la nidación del huevo fecundado, que parasitó a la madre, originando en su crecimiento múltiples trastornos y dolores, por presiones mecánicas al ocupar espacios destinados a otros órganos, más los desequilibrios funcionales que implican los procesos de asimilación y desasimilación del feto y los fenómenos y transformaciones necesarias que sufre el organismo materno para que tenga lugar el parto.

Esa enfermedad se llama embarazo y, aunque repugna la idea a los sabios, las mujeres lo aceptan porque ellas son las que sufren y de acuerdo como se sienten, ajenas a los términos y conceptos académicos, calculan la edad de su embarazo en meses de enfermedad.

Este preámbulo, que toca linderos filosóficos, quizá sea considerado superfluo y ajeno a la esencia del tema, pero de todos modos no he resistido a la tentación de esbozar mi manera de pensar al respecto.

 

ANATOMÍA

 

Desde el punto de vista anatómico, la pelvis es la cintura ósea formada por los huesos ilíacos, el sacro y el coxis. Están unidos por articulaciones y ligamentos. El embarazo modifica ambas, cambiando la situación absoluta y relativa de la pelvis, modificándola en su forma y diámetros, alterando la actitud general del cuerpo por cambios en la columna vertebral, y modificando la marcha a causa de la movilidad especial que adquieren las articulaciones pelvianas. Todas estas variaciones son casi siempre dolorosas en mayor o en menor grado.

 

ARTICULACIONES

 

Hay cambios indudables perfectamente demostrables. Las mediciones practicadas en la misma mujer madura fuera del embarazo y al término de éste, denotan diferencias evidentes. El ablandamiento de las articulaciones permite una ampliación de gran utilidad para el parto. Este ablandamiento se lleva a cabo bajo impulsos hormonales: la relaxina de origen ovárico. Su evaluación fue motivo para idear una reacción biológica para el diagnóstico del embarazo. Y así como en la de Aschein Zondeck, Friedman y similares se buscan transformaciones al nivel de los órganos genitales del animal testigo, en ésta, se trata de apreciar el ablandamiento inmediato que sufren las articulaciones pélvicas del animal, que, como se comprende, es de muy difícil apreciación. De ser exacta esta reacción podría tener hasta una importancia pronóstica, si se toma en cuenta que un número considerable de mujeres en quienes se juzgó al principio, y sólo desde el punto de vista mecánico, muy difícil o imposible el parto, la ampliación y movilidad conseguidas en las articulaciones al término del embarazo permitieron un parto espontáneo y feliz.

Fuera del embarazo, las articulaciones sacro-iliacas tienen un movimiento mínimo, casi nulo, como sucede en el hombre. Sin embargo, conforme avanza el embarazo, los ligamentos se hacen blandos, el cartílago se adelgaza, la vascularización local mejora y aumenta la sinovia. Esto permite, en el parto, los movimientos de nutación y contranutación que ejecuta el sacro. En ciertas anomalías pélvicas y distocias consecutivas, estos movimientos se pueden acentuar o facilitar por posiciones especiales de la parturienta, como la posición colgante de Crouzat Walcher.

Al nivel del pubis sucede un fenómeno semejante más claro y ostensible: a los rayos X es posible apreciar una separación de 2 a 3 cm.

En la articulación sacrocoxígea sucede el mismo fenómeno; el cual facilita la retropulsión del coxis (limitada por los ligamentos sacro-ilíacos), en el último término del descenso de la cabeza dentro del canal del parto. 

Todos estos procesos de ablandamiento son más fáciles y evidentes en la mujer joven, con tejidos menos fibrosos y más dispuestos a los cambios por los impulsos hormonales. Por eso es que la mujer vieja, en la que no son posibles estas ampliaciones, tiene partos más difíciles, por lo que se les recomienda, más que a la joven, el ejercicio y la marcha cotidiana con el objeto de influir mecánicamente en estos necesarios ablandamientos.

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