Durante la historia de esta profesión, la divulgación de los conocimientos médicos ha sido un punto clave, fundamental e indiscutible, no solo para su difusión sino también, y creo que esto es lo más importante, para que los profesionales puedan compartir conocimientos útiles y aplicar resultados obtenidos por otros en su práctica profesional. Compartir experiencias es, quizá, uno de los aspectos más respetables en una profesión; la forma más plena de poder mejorar la actividad. En este caso, la de los médicos es aprender lo que para otros ha llevado tiempo y esfuerzo y en donde, sin duda, ha habido contratiempos e, incluso, errores que, al divulgarse, reducen la posibilidad de que otros los repitan.
En la historia de la Medicina, una de las fuentes primarias de divulgación del conocimiento ha sido la publicación, primero en medios de todo género y más tarde en revistas médicas de los hallazgos de investigación y conductas que puedan influir en la práctica de otros.
En los tiempos actuales es poco probable que alguien se aventure a ejecutar algún procedimiento médico sin haber recibido antes instrucción, oral o escrita, de cómo hacerlo y cómo evitar las posibles complicaciones. Desde finales del siglo XX la implementación tecnológica, caracterizada por varias “redes sociales”, ha incentivado con más facilidad la lectura de documentos médicos que promueven el conocimiento.
Todo lo anterior me sirve de introducción para poder matizar la importancia de la publicación de las experiencias de los grupos médicos en medios relativamente fáciles de consultar y, así, poder influir en la práctica clínica diaria de otros. El concepto que trato de expresar va directamente dirigido a reconocer a los médicos que, de alguna forma, tratan de compartir sus experiencias a través de las publicaciones y, por otra, a quienes al leerlas o citarlas influyen en el (factor de) impacto de la publicación.
Existe otra forma de expresar la necesidad del médico por publicar en revistas de su especialidad, además de lo útil que puede resultar su publicación. Esta otra forma consiste en el hecho de que sus publicaciones puedan servir para incrementar su currículum y, con ellas, conseguir cargos médicos o administrativos o facilitar su ingreso a academias, colegios, consejos y otros.
El hecho de publicar, al menos en nuestra profesión y para el que esto escribe, debe de ser una acción que vaya de la mano de la calidad de la Medicina que ejerce tanto como lector y como autor y, por supuesto, ejecutor de lo que incluye su publicación (es decir, forjando y trasmitiendo experiencias). Exhorto, por lo tanto, en este mi último escrito como editor de Ginecología y Obstetricia de México, a todos los colegas para que publiquen sus experiencias en forma de artículos originales, casos clínicos y revisiones de temas.
