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ISNN - 0300-9041
ISSNe - 2594-2034


Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline
EDITADA POR LA Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia, y Ginecología A.C.
FUNDADA POR LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA EN 1945

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Inicios de la Perinatología en México

Periodicidad: mensual
Editor: José Niz Ramos
Coeditor: Juan Carlos Barros Delgadillo
Abreviatura: Ginecol Obstet Mex
ISSN: 0300-9041
ISSNe: 2594-2034
Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline.

Inicios de la Perinatología en México

Beginnings of Perinatology in Mexico.

Ginecol Obstet Mex. | 1 de Abril de 2016

Ginecol Obstet Mex. 2016 abr;84(4):270-277.


Víctor Manuel Espinosa de los Reyes Sánchez

Miembro Honorario del Colegio Mexicano de Ginecología y Obstetricia
México, D.F., febrero de 2015.


La Puericultura intrauterina y la Perinatología tienen un mismo fin: el estudio y asistencia prenatal de la madre y del producto de la concepción, mediante la atención adecuada e higiene física y mental de las mujeres, especialmente durante las últimas semanas de gestación y los primeros días después del nacimiento (periodo perinatal) 

Durante muchos años los médicos parteros tenían como objetivo importante aumentar la reproducción, en lugar de proporcionar una atención adecuada para mejorar su calidad.

Durante mucho tiempo los médicos dedicados a la Obstetricia no contaron con recursos para establecer diagnósticos apropiados, para conocer las causas que originaban las elevadas cifras de morbilidad y mortalidad materna, fetal, del recién nacido y del niño. La situación para la mujer gestante, desde tiempo inmemorial, era de temor constante durante la evolución del embarazo, del parto, del posparto y, además, la duda acerca de la vitalidad y condiciones de su hijo. Esta inquietud era lógica por la frecuencia de las muertes maternas, del feto, del recién nacido y del niño, sobre todo durante el primer mes.

Esta aflicción social, material y espiritual de un ser tan importante, como es la madre, era desde 1920 compartida por un médico mexicano, el Dr. Isidro Espinosa de los Reyes, quien tenía la inquietud de estudiar y difundir acciones para proteger a las mujeres durante el estado grávido puerperal, al feto, al recién nacido y al terminar el periodo perinatal, al niño; por eso anhelaba fundar clínicas de pre y postnatalidad, con la tendencia de proteger a la madre y a su feto, aumentando la natalidad pero mejorando las condiciones físicas de los nacidos.

El doctor Espinosa de los Reyes tenía con frecuencia que ser pediatra -como sucedía en esas épocas- y fue el primero que habló en México de la Perinatología.

En 1921, convocado por el periódico El Universal, se celebró en México el Primer Congreso Mexicano del Niño (2-9 de enero) y enterado el Consejo Superior de Salubridad de los conocimientos e inquietudes del doctor Espinosa de los Reyes, lo comisionó para que en su representación expusiera un trabajo sobre Puericultura. El escrito se denominó: Apuntes sobre Puericultura intrauterina. Enseguida se transcribe el original leído hace 94 años (1921-2015).

–En una lección dada por Pinard sobre la conservación y mejoramiento de la especie humana, decía: la obstetricia no debe ser limitada al estrecho círculo de los fenómenos mecánicos, fisiológicos o patológicos del parto y tiene todo el derecho de tratar todo lo que concierne a la función de reproducción. 

El mismo autor define la Puericultura como: “la ciencia que tiene por fin la investigación y el estudio de las causas relativas a la conservación y al mejoramiento de la especie humana”, y agrega, “debe dividirse en puericultura antes de la procreación, durante la gestación y después del nacimiento”.

La segunda parte de esta clasificación constituye el tema oficial que el H. Consejo Superior de Salubridad tuvo a bien señalarme y cuyo desarrollo, circunscrito a mis ideas y tiempo limitado, voy a tener el privilegio de exponer ante este ilustrado concurso. 

Comienzo por la estadística de la mortalidad intrauterina en México durante los últimos siete años (1916-1921) informada por el Consejo Superior de Salubridad: “la mortalidad embrionaria y fetal en México alcanza a 7.26 por cada 100 embarazos y su causa principal es la sífilis (45.7%)”. Quizá la cifra no es tan alta, como en los países más adelantados, porque en el nuestro, las manipulaciones abortivas están aún poco generalizadas. Por otra parte, “mueren en México 28 niños en la primera infancia por cada 100 nacimientos”.

Ante estas aterradoras cifras que diezman a la población infantil, cuyas causas son casi en su totalidad curables o cuando menos atenuables en una gran proporción ¿No es de desearse que prosigamos en la tarea que notablemente se ha tratado en este Congreso para evitar hasta donde sea posible que esta hidra levante la cabeza para devorar seres indefensos que claman nuestra ayuda?

 

 

Ahora bien, si nos atenemos a la definición antes dicha, la Puericultura no sólo tiene por objeto la conservación de la especie, sino también su mejoramiento y a este respecto cabe estudiar las causas que degeneran la raza, para que restadas, aumentemos la cantidad y especialmente la calidad de la especie. 

Para explicar cómo el niño puede en el curso de su desarrollo sufrir la influencia morbosa de sus generadores, basta recordar someramente las condiciones en que lo realiza. Como todo ser vivo, el ser humano nace de un huevo, producto de la coalescencia de dos elementos celulares; elementos que al reunirse forman una célula completa, susceptible en condiciones favorables de temperatura, humedad y nutrición, de crear y segmentarse en elementos y diferenciaciones celulares más y más numerosas, que agrupadas, forman el embrión primer rudimento del nuevo ser. El embrión y el feto van a recibir durante nueve meses la influencia del ser que le ha dado vida, defendiéndole de las variaciones de la temperatura, al abrigo de la matriz; alimentándolo por la sangre materna filtrada a través de la placenta y cuya composición química es constantemente regulada para nutrirlo convenientemente en las diversas etapas de su evolución; defendiéndole de los traumatismos por medio de un regulador hidráulico: el líquido amniótico. Y así, durante los meses de la gestación, continuará el nuevo ser su vida intrauterina sin trastornos, sin que nada menoscabe su integridad ni su conformación, siempre que los factores antes dichos no sufran alteraciones. 

El nuevo ser es el centro adonde se reflejan todas las perturbaciones de la madre, ya sean térmicas como sucede en la fiebre que es bastante para matar al producto; en el orden mecánico los trastornos de posición, de situación, del músculo uterino, impiden muchas veces su desarrollo y, por último, la alteración de la sangre en su composición histoquímica, ya sea por productos sépticos o tóxicos de una infección o de una intoxicación, ya por presencia de gérmenes en el torrente circulatorio, que matan al embrión antes de llegar a la edad fetal, privan de la vida al producto antes de los límites de la viabilidad, o pasados estos, el nuevo ser abandona el claustro materno conservando el sello fatal, indeleble, impreso por seres que le dieron la vida sin el don supremo de la humanidad: LA SALUD. 

Por lo expuesto, parece que la madre es la única que marca la huella del dolor sobre el producto y que el padre poco aporta en esa conjunción de elementos patológicos. No es tal, y sí es cierto que el producto va a ser alimentado por elementos maternos, también lo es que la tierra fértil por rica que se suponga para fecundar la semilla, no será tanto que pueda dotar al engendro de un cariz de salud completa, que ninguno de los progenitores posee. 

Así es como el alcohólico trasmite a sus hijos el estigma de su monstruosidad, cuando por desgracia sus células glandulares seminíferas no han sido atacadas aún por la degeneración grasosa.

Ya que abordé el tema desde el punto de vista de los tóxicos, voy a continuarlo no sólo para ser consecuente en su desarrollo, sino porque creo que una gran proporción de nuestro pueblo, principalmente en ciertas regiones de la República, tiene hábitos inveterados de alcoholismo crónico. 

Desgraciadamente no puedo hablar a ustedes con fundamentos estadísticos, no tengo la fortuna de conocer en este sentido nada que sobre el particular se haya escrito en México; pero los trabajos llevados a cabo en Europa nos suministran datos generales que tienen aplicación a los fines a que este Congreso se propone. 

Se sabe por los estudios de Feré, Nicaud y Richar, sobre los huevos de las gallinas que, sometidos a los vapores de alcohol o inyectados de pequeña cantidad de este tóxico en su albúmina, se observa una proporción considerable de formas de desarrollos anormales, de monstruosidades y aun de embriones muertos. Más todavía, así al alcohol se le agregan esencias de anís, de ajenjo, las deformaciones alcanzan, especialmente a los centros nerviosos. Las experiencias de Miss Craig y de Stockand son muy interesantes y sus condiciones muy semejantes a la intoxicación habitual en el hombre; habiendo hecho respirar una vez por semana vapores de alcohol, a cuyos hembras y machos, y cuidando de no pasar de los primeros signos de embriaguez, se observaron los resultados siguientes: de 24 machos alcoholizados unidos a 24 hembras no alcoholizadas, resultaron 14 estériles; de los 10 restantes, 5 dieron 8 productos muertos in útero; los otros 5 engendraron 12 vivos, de los cuales murieron 2 al nacer, 5 murieron entre una y seis semanas, con convulsiones epileptiformes y solo 5 sobrevivieron, pero más pequeños que lo normal. 

 

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