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ISNN - 0300-9041
ISSNe - 2594-2034


Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline
EDITADA POR LA Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia, y Ginecología A.C.
FUNDADA POR LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA EN 1945

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La mama. Dama sensual

Periodicidad: mensual
Editor: José Niz Ramos
Coeditor: Juan Carlos Barros Delgadillo
Abreviatura: Ginecol Obstet Mex
ISSN: 0300-9041
ISSNe: 2594-2034
Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline.

La mama. Dama sensual

The breast. Sensual lady.

Ginecol Obstet Mex | 1 de Abril de 2014

Ginecol Obstet Mex 2014;82:268-276.


Samuel Karchmer K

Director Médico del Hospital Ángeles Lomas y del Centro Especializado para la Atención de la Mujer.

Recibido: diciembre 2013
Aceptado: enero 2014

Este artículo debe citarse como:

Karchmer KS. La mama. Dama sensual. Ginecol Obstet Mex 2014;82:268-276.

Todas las mujeres tienen un cuerpo hermoso, que es brillante colofón a millones de años de evolución. Un cuerpo repleto de asombrosos ajustes y sutiles refinamientos que lo convierten en el organismo más extraordinario del planeta. A pesar de esto, en diferentes épocas y lugares las sociedades humanas han intentado corregir la naturaleza modificando y embelleciendo el cuerpo femenino de mil maneras diferentes. Algunas de estas elaboraciones culturales han sido gratas, otras dolorosas, pero todas han buscado hacer a la mujer aún más hermosa de lo que ya es.

Las mamas femeninas han recibido atención erótica por parte de los varones como ninguna otra parte del cuerpo. Enfocar una atención extrema a los genitales sería excesivo y hacerlo a otras partes de la anatomía es insuficiente. Los pechos son, en cambio, el perfecto término medio: una zona tabú, pero no demasiado escandalosa.

Por consiguiente, los pechos han atraído una asombrosa variedad de eufemismos. A lo largo de los siglos se les han atribuido no menos de 70 nombres pintorescos, incluidos algunos tan exóticos como: “grandes ojos marrones, gatos y gatitas, los timbales de Cupido, manzanas doradas, lunas del paraíso, globos gemelos, etc”. Términos menos floridos en el lenguaje habitual incluyen: senos, tetas, cariños, popas, busto, tetillas, pechugas, ubres, tetitas, sirenas, mamas, jarras o melones, etc.

Los pechos de las mujeres tienen dos funciones biológicas, una materna y otra sexual. En su aspecto maternal producen leche. Los tejidos glandulares productores de leche se dilatan durante el embarazo, haciendo los pechos un poco más grandes de lo habitual. Los vasos sanguíneos que irrigan a estos tejidos se hacen así mismo más visibles en la superficie de los pechos.

Cuando el lactante mama, abarca todo el pezón y la mancha areolar con la boca, exprimiendo estas estructuras con sus encías y extrayendo la leche del pezón. Si sólo tomara el pezón tendría un problema porque con solo exprimirlo no produciría la deseada leche. Puede responder a esta frustración masticando el pezón, lo que no hace ningún bien ni a la madre ni al niño. Inclusive, una madre inexperta enseguida se da cuenta que puede evitar el dolor causado por estas atenciones hambrientas metiendo más su pecho dentro de la boca del bebé.

La mancha areolar que rodea al pezón es un detalle anatómico curioso de la especie humana. En las mujeres vírgenes y las que todavía no han sido madres es de color rosáceo, pero durante el embarazo cambia. La función de estas manchas areolares parece ser protectora, están llenas de glándulas especializadas que secretan una sustancia grasa. A simple vista, las glándulas parecen “piel de gallina” sobre la piel pigmentada. Durante la lactancia se hacen mucho más grandes y se llaman entonces tubérculos de Montgomery. Sus secreciones ayudan a proteger la piel del pezón y sus inmediaciones, una forma biológica de “cuidado de la piel” de la región.

La leche producida por los pechos femeninos contiene proteínas, carbohidratos, grasas, colesterol, calcio, fósforo, potasio, sodio, magnesio, hierro y vitaminas. Contiene también diversos anticuerpos que pueden hacer al niño más resistente a las enfermedades. Sabiamente, hoy en día se tiende a recuperar la lactancia materna; en ella se da el elemento añadido  que crea lazos de amor más estrechos entre la madre y el niño.

Aunque la leche materna es ideal para criar a un niño hay que decir que la forma del pecho está lejos de ser perfecta para la tarea de la lactancia. La “tetina” de un biberón tiene una forma mucho más adecuada para introducir leche en la boca del niño que el pezón real del pecho de la madre. Si esto puede parecer una falla evolutiva, debe recordarse que el pecho femenino tiene un doble papel –maternal y sexual– y es el factor sexual el que ocasiona este problema. Echar una ojeada a los pechos de nuestros “parientes” cercanos, los monos y los simios, ayuda a comprender el por qué. En todas las especias de primates las hembras tienen el pecho plano cuando no están lactando. Cuando están amamantando, la zona alrededor de los pezones se hincha un poco con la leche, pero incluso entonces es raro encontrar algo que se aproxime a la forma hemisférica del pecho humano femenino. Los “pechos” de las monas y las simias son meramente maternales.

Un examen de la anatomía del pecho revela que la mayor parte de su volumen está compuesto por tejido graso, mientras que sólo una pequeña parte es tejido glandular relacionado con la producción de leche. Su forma redondeada, creada por este tejido graso, requiere, por lo tanto, una explicación diferente que vaya más allá de la producción de leche. Aunque para un biólogo está claro que esta explicación tiene que ver con la señalización sexual, algunas mujeres se han opuesto a esta interpretación. Encuentran ofensiva la idea de que algunos aspectos del cuerpo femenino pueden haber evolucionado hasta su forma presente paran atraer al hombre. Ignorando el hecho de que la atracción sexual estuviera implícita en su propia concepción, insisten en que la función del pecho femenino debe ser totalmente maternal.

La conclusión inevitable es que la forma hemisférica de los pechos no es un desarrollo maternal. En cambio, tiene que ver con la señalización sexual. Esto significa que las sugerencias de que el interés del hombre en los pechos de la mujer es “infantil” o “regresivo” son infundadas. La respuesta masculina a los pechos de una mujer que no amamanta es una reacción a un indicador sexual primitivo de la especie humana.

Las mujeres con pechos pequeños se preocupan a menudo de poder amamantar. Irónicamente pueden hacerlo de un modo más eficaz que sus amigas bien redondeadas. Esto se debe a que tienen menos tejido graso que da al pecho su forma hemisférica sexual, pero que tiene poco que ver con la provisión de leche.

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