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ISNN - 0300-9041
ISSNe - 2594-2034


Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline
EDITADA POR LA Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia, y Ginecología A.C.
FUNDADA POR LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA EN 1945

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INFORMACIÓN EXCLUSIVA PARA LOS PROFESIONALES DE LA SALUD


Valorización de los procedimientos actuales de exploración ginecológica

Periodicidad: mensual
Editor: José Niz Ramos
Coeditor: Juan Carlos Barros Delgadillo
Abreviatura: Ginecol Obstet Mex
ISSN: 0300-9041
ISSNe: 2594-2034
Indizada en: PubMed, SciELO, Índice Médico Latinoamericano, LILACS, Medline.

Valorización de los procedimientos actuales de exploración ginecológica*

Valuation of the present procedures of gynecological exploration.

Ginecol Obstet Mex | 1 de Agosto de 2010

Ginecol Obstet Mex 2010;78(8):441-465


Por los doctores Alfonso Álvarez Bravo, Carlos D Guerrero, Alfredo López de Nava,  Donato Ramírez y Manuel Urrutia Ruiz

* Primera ponencia de la Asociación Mexicana de Ginecología y Obstetricia ante el Segundo Congreso Mexicano de Ginecología y Obstetricia.
Reproducido de Ginecología y Obstetricia de México 1955;X(5):339-375.


PREÁMBULO

 

La Clínica Ginecológica, al igual que la clínica general o de cualquier otra especialidad médica, se sustenta en los cánones clásicos del estudio sistematizado y completo de la paciente, por medio de un interrogatorio que recoja la historia total del caso, de un examen físico de cabeza a pies que informe detalladamente del terreno en que evoluciona y de las repercusiones sobre el mismo, y de una exploración ginecológica, que practicada con método y doctrina, recoja pormenorizadamente los datos relativos.

Indudablemente que con esta primera impresión clínica se tiene un diagnóstico de presunción, susceptible de corregir o al cual simplemente se va a corroborar o bien agregar detalles de máxima precisión, para redondear el diagnóstico cabal del caso. Antiguamente, el estudio clínico se detenía en esa primera etapa, se conformaba con el diagnóstico aproximado del caso, que podía ser erróneo o dejaba múltiples incógnitas por resolver. La Ginecología no contaba hasta 1900 con pruebas o procedimientos que permitieran proseguir el estudio clínico de la paciente para ahondar en las finuras de exactitud y precisión científica del diagnóstico, a que se llega hoy en día, por medio de los diversos Procedimientos Actuales de Exploración Ginecológica.

Es de justicia reconocer que la Ginecología recibió un gran impulso en el Siglo XIX, con el estudio de la etio-patogenia, la anatomía patológica y la clínica de diversas entidades nosológicas de la especialidad, enriqueciéndose más aún, con la experiencia quirúrgica iniciada con gran atrevimiento y valentía por L. Crawford y Lawson Tait, y que posteriormente se desarrollara magníficamente a raíz de los descubrimientos Pasteurianos, de su aplicación a la cirugía que hiciera Lister y del mejor control del acto operatorio con el advenimiento de la anestesia. En ese mismo siglo se vislumbraron las nociones de la fisiología endocrina y con ellas se apuntalaba para el futuro la orientación en la investigación.

En los albores del Siglo XX, y como culminación de estudios y observaciones sagaces que se venían realizando de años atrás, se inicia la era de aportaciones más fecunda en Ginecología (1), destacándose como piedras miliares: los estudios de Hitschman y Addler (1908) sobre los cambios cíclicos del endometrio, poco después Schroeder (1915) mostraba la correlación de los ciclos endometrial y ovárico. A continuación Stockard y Papanicolaou (1917), estudiaban el ciclo estral en los animales inferiores, iniciando el estudio de la descamación vaginal, que años más tarde permitiría el desarrollo de la citología como medio de investigación del cáncer ginecológico (Papanicolaou y Traut, 1928). A partir de esa época, los estudios e investigaciones se suceden con rapidez, proporcionando elementos de futuras aplicaciones a la clínica, tales como el descubrimiento de las hormonas de crecimiento de la antehipófisis por Evans y Long en 1922, el descubrimiento y aislamiento de las hormonas estrogénicas por Frank, Edgar Allen y Doisy en 1923; de las hormonas gonadotróficas hipofisiarias, designadas primitivamente con el nombre de prolanes, por Zondek y Aschheim, Smith y E. T. Engle, entre 1926 y 1927. Poco después Corner y William Allen, y por otro lado Butenandt descubren la progesterona del cuerpo amarillo en 1928. Concomitantemente, por ese tiempo, Zondek y Aschheim introducen la prueba diagnóstica del embarazo (1928).

En otro sector, un grupo de investigadores se esforzaba en encontrar la comprobación tangible de la permeabilidad tubaria, por pruebas de fácil aplicación clínica, como al fin lo lograra el 3 de noviembre de 1919, I. C. Rubin de Nueva York; prueba que a su vez ha motivado tantas modificaciones, innovaciones y similares que la han mejorado grandemente. Casi al otro extremo del continente americano trabajaba el argentino Carlos Heuser, tratando de visualizar radiológicamente esa permeabilidad tubaria, habiéndolo logrado mediante la inyección intrauterina de Lipiodol, por primera vez en 1921, y aun cuando tuvo éxito, no dio a conocer el procedimiento de la histerosalpingografía, sino hasta 1924, con motivo del Congreso Latino-Americano de ese año en Lima, Perú (2). Antes de él, ya se habían realizado felices intentos de neumoperitoneo radiológico, pero fueron Arens y Stein de Chicago, los que en 1926 desarrollaron una mejoría técnica, combinándola con la histerosalpingografía y designando al procedimiento con el nombre de ginecografía (3), aunque es necesario reconocer ensayos de realización similares, como los de Carrelli, Gandulfo y Ocampo en Argentina en 1924.

En el campo de la Endoscopía, después de la visualización de la vejiga urinaria o cistoscopía, se desarrolló un plausible entusiasmo por aplicar técnicas semejantes para visualizar los genitales internos, que se puede decir que tuvieron sus precursores en Kelling de Alemania, que hacia 1901 practicaba la primera peritoneoscopía en un perro y la aplicaba al hombre hacia 1910, y por este mismo año Jacobaeus de Estocolmo desarrolló el procedimiento al que denominó toraco-laparoscopía, que tanto utilizara Kalk de Berlín hacia 1928. Pero no fue sino hasta 1935 que Ruddock de Los Angeles, perfeccionó el aparato y técnicas para lograr la inspección instrumental de los órganos de la cavidad peritoneal, y dándole a la paciente una posición inclinada de Trendelenburg, lograba por primera vez la endoscopía de los órganos pélvicos en la mujer. Te Linde, de Baltimore, imaginó que podría aplicarse el peritoneoscopio por vía vaginal, para obtener imagen más directa y cercana de los genitales internos (1940). Cupo a Albert Decker de Nueva York, 1944, lograr desarrollar una ingeniosa técnica para hacer la endoscopía directa de los genitales internos, utilizando el fondo de saco vaginal posterior o de Douglas y a la que designó con el nombre de culdoscopía, que entre nosotros se conoce con el más apropiado de douglascopía (4). Más tarde Raoul Palmer de París, en 1949, aprovechaba esta misma vía vaginal, pero con la enferma en posición ginecológica e inclinación subsecuente de Trendelenburg, que denominó celioscopía transvaginal. Intentos similares se hicieron con el fin de lograr la endoscopía de la cavidad endometrial, Rubin, V. Mikulicz-Radecki, Segond, David, lo que constituye la histeroscopía.

En el dominio de la Oncología Ginecológica también se venían esforzando acuciosos investigadores en perfeccionar técnicas y pruebas que permitieran el diagnóstico precoz de las neoplasias malignas (5), y así destacan Lahm y Schiller, con su prueba del Lugol aplicado al cuello uterino, para mostrar la ausencia o presencia del glucógeno celular (1927). Ya anteriormente hemos citado la valiosa contribución de Papanicolaou (1928), con sus estudios citológicos, como prueba orientadora en el diagnóstico oportuno del cáncer genital en la mujer. Muy destacada es la contribución de Hinselmann (1928) inventando el colposcopio, para obtener una visión amplificada del cuello uterino, y que posteriormente diera lugar a que el Prof. Tasilo Antoine de Viena, en unión de Viktor Grumberger (1949) ideara un aparato para realizar la colpomicroscopía. No es menos interesante la aportación de Novak (1935) con su cucharilla uterina, que de calibre similar al del histerómetro permite la biopsia endometrial sin necesidad de dilatar previamente el cuello uterino, y de tan fructíferas aplicaciones, tanto a lesiones neoplásicas e inflamatorias, como muy principalmente para el estudio del ciclo endometrial.

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