La historia de la Ginecología y Obstetricia en México se ha basado, entre otras cosas, en la calidad de las instituciones que han dado impulso al desarrollo cuantitativo y cualitativo de nuestra especialidad. Al margen de esas organizaciones no puede soslayarse la aportación de los hospitales públicos y privados a los conocimientos, apoyo académico universitario, formación de residencias médicas y más.

Todo lo anterior me sirve de introducción para mencionar el hecho de que todas las consideraciones previas están basadas y soportadas en la participación de hombres y mujeres que han dado solidez a las mismas. Muchos son los nombres que pueden destacarse al respecto pero, en esta ocasión, quisiera hacer comentarios acerca de una persona íntegra, participativa, activa en instituciones hospitalarias, ubicua en todos los aspectos académicos de nuestra área y, además, alta y particularmente modesta. Me refiero al doctor Javier Santos González, ginecólogo y obstetra con inclinación particular al estudio del climaterio.

Tuve el gusto y honor de conocer y convivir con el doctor Santos González desde el decenio de 1980, a través de su trayectoria como director del Hospital de Ginecoobstetricia 4 del IMSS, Luis Castelazao Ayala, durante su presidencia en el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia y de la Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia y Ginecología (FEMECOG), en donde tuve el placer de participar como secretario en su gestión de Presidente.

Ahí se intensificó, a principios de este siglo, mi relación con el doctor Santos. Fue durante ese tiempo que pude constatar su sencillez y gran sentido de interacción con el resto de sus pares, así como un don de líder bastante peculiar porque, bajo esa personalidad tranquila, mantenía un especial modo de expresar sus deseos y hasta sus órdenes de una manera sutil pero penetrante y tan serena que era difícil no comprometerse con sus ideas.

El doctor Santos fue partícipe en los Congresos Mexicanos y Regionales hasta unos meses antes de su partida. Durante el Congreso de Guadalajara en 2022 pudimos convivir con él y tener pláticas interminables de aspectos médicos y sociales en general. La partida del doctor Santos, para todos los que lo conocimos y convivimos con él, ha sido sin duda triste y desafortunada: hombres como él, que dejan una huella limpia, sin nada que reclamar ni reclamarle, que optó por una vida plena de satisfactores personales, sociales, médicos y académicos llenos de esa sencillez que destacaba su personalidad perpetúan su presencia, a pesar de la ausencia física. Siempre será recordado teniendo en mente muchas más cualidades que defectos y enseñanzas de vida, de gente limpia, utilitaria en aspectos teóricos y prácticos de la Medicina y, sobre todo, un amante de su entorno, su familia y sus colegas a través de su don de gentes que caracterizaba su personalidad.

Fue un gusto convivir con él; la vida dentro de la Medicina de muchos de los integrantes de la familia ginecoobstétrica de México tropezará, irremediablemente, con su recuerdo al evocarlo en eventos académicos, como Presidente de las tres agrupaciones más trascendentes en la especialidad del país y, sobre todo, como un buen ser humano.

Alberto Kably Ambe